He constatado varias veces que mi estado anímico cambia cuando dejo en el escurridor el último utensillo lavado con deterjente y agua tibia (mi bolsillo perdone...)
A veces creo que tiene que ver con un hábito amadecasista que tanto en el discurso verbal como para-verbal he adquirido a lo largo de años de permanente educación en el tema.
Difícilmente logre concentrarme en una sola cosa a la vez como, por ejemplo, lavar los platos pensando sólo en ello.
Un terapeuta holístico que tuve hace muchísimos años me lo recomendó como ejercicio : “Lavá los platos , concentrate en eso , sentí el agua , la esponja , la textura del jabón , la efímera espuma , el ruido sobre la pileta , la sensación de que toda vos está creada sólo para lavar los platos en ese momento”.
Pero si sé que me hace sentir mucho mejor, tener la vajilla limpia a dejarla sucia.
Hoy traté de concentrarme.
Me sentía cada vez mejor, mientras sacaba el borde grisblancuzco de la cocción de los huevos duros y el arroz.
Cuando pacientemente pasé la esponja enjabonada a cada cubierto y luego de enjuagarlos ví el brillo del acero inoxidable, sentí cierta plenitud.
Y cuando logré sacar todos y cada uno de los granitos de arroz que hacía un día estaban trabando la salida del agua en la pileta, me sentí pura.
Confieso que he logrado cierto grado de felicidad cuando los vasos quedan casi transparentes, sólo cubiertos de algunas gotitas que, lentamente descienden hasta quedar implecables en algunas ocasiones.
Porque ¡qué vergüenza se pasa cuando algún invitado investiga disimuladamente la transparencia del vaso que le toca en suerte!
Quizás en la limpieza cotidiana de los elementos que nos ayudan a cocinar y a alimentarnos, esté la clave.
A veces creo que en es acto pretendemos lavar nuestras miserias, suciedades que tienen que ver con lo más elemental y permanente de nuestra vida: el alimento.
Los restos orgánicos de lo que llevamos a la boca y nos hace caminar, deleitarnos, transpirar y oler de cierta manera, disfrutar de los sentidos, provocarnos una diarrea o una alergia , evocarnos un paisaje y un estado anímico , se van diluyendo mientras va desapareciendo la espuma.
¿Será que ver esos pedacitos de lo que alguna vez no tan remota nos alimentó y nutrió , saldos de comida y bebida, se nos presenta como una basura la cual tenemos que limpiar para dejar todo prolijo ,perfumado , estable...inorgánico?
Platos, cerámica, loza, acero inoxidable, plástico, teflon, polyfom, deterjente.
Todo perfectamente ordenado en su sitio, con su textura, su aroma y su inerte presencia sin la materia que alguna vez nos nutrió para pasar a otros estados físicos y emocionales de acuerdo a las comidas , bebidas , condimentos , compañías y cocción de la que fueron acompañados.
sábado, 14 de febrero de 2009
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